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Tango 2 (стр. 2 из 2)

El compadrito, nuevo habitante de los arrabales, por la inmigraci?n, iba a adaptar estas figuras en una nov?sima danza de pareja abrazada. Aparecer?an aqu? esos movimientos, pero de a dos en un solo abrazo, y con una m?sica que en principio no debe haber sido el Tango, sino cualquier otro bailable de la ?poca.Y esta danza habr? provocado seguramente la necesidad de una m?sica hecha a la medida. Mazurcas, habaneras y milongas se habr?n transformado aceleradamente en un nuevo g?nero : El tango Criollo. Con el adjetivo “criollo” se reivindicaba una creaci?n aut?ctona.

Este baile fue adoptado en principio por gente de pocos recursos econ?micos, y seguramente no se bailaba sino en locales muy mal vistos por la sociedad de la ?poca.En 1880, El Tango se bailaba en las “Academias”, que eran locales en los que adem?s se beb?a, y se escuchaba m?sica. Estas casas eran atendidas por camareras y no distaban mucho de ser prost?bulos. Iban a pasar m?s de veinte a?os hasta que el Tango, ya definido como una danza original, comenzara a introducirse en las casas de Buenos Aires de entonces.Claro que en aquellos a?os iniciales su coreograf?a era muy diferente a la de la actualidad. Sus movimientos eran m?s aparatosos y exagerados. Ten?a mucho mas cerca aquella influencia negra nombrada y designada como cirquense.

Con los a?os se iba a ir alisando, perdiendo esa acrobacia de los primitivos para ganar en elegancia al irse adue?ando de los salones que a?os despu?s iban a mostrar un espect?culo diferente, donde multitudes iban a bailar con parejas sincronizadas en una comuni?n con una m?sica que iba a perder su forma inicial para ganar en sentimiento y emoci?n.

Horacio Ferrer ha cre?do ver en ese fugitivo instante en que se abrazan la pupila

y el compadrito un soplo de divinidad. “Macho y hembra -dijo- atados en nombre

de la belleza, se elevan sin querer sobre su propia bazofia. Y ungidos artistas,

intentan el pur?simo ejercicio de la soledad entre dos. Bailan y bailan creando

lo que nunca jamas ha bailado nadie”. Se considera un bizantinismo sin sentido,

totalmente irreal, pretender esquematizar una coreograf?a del tango y sus figuras.

El tango de los comienzos fue, a su juicio, “la m?s desgarrada o improvisada y

repentina creaci?n coreogr?fica para una pareja que superar?, a estos respectos,

a las creaciones del barroco popular espa?ol o al alto alem?n vals”.El bailar?n le propon?a a los m?sicos intuitivos de entonces, int?rpretes generalmente de guitarra, flauta y viol?n, la intensidad del ritmo con una exhibici?n cambiante de figuras que iban creando sobre la marcha: el corte, la quebrada, la corrida, el ocho, la media luna… Ellos fueron los inventores de la danza.La historia hablar? de aquel tango orillero. Despu?s vendr?n el “canyengue” y el liso o de sal?n. Formas distintas de bailar ” un sentimiento triste”, seg?n la acertada definici?n de Enrique Santos Disc?polo.El escritor norteamericano Waldo Frank se llev? la misma impresi?n cuando visit? el pa?s y no dud? en reconocer que ?sa era “la danza popular m?s profunda del mundo”. Una sorpresa que comparti? su compatriota, la bailarina Isadora Duncan: “Yo no hab?a bailado nunca un tango, pero un mozo argentino que me serv?a de gu?a en Buenos Aires me oblig? a intentarlo. A mis primeros pasos t?midos sent? que mis pulsaciones respond?an al incitante ritmo l?nguido de aquella danza voluptuosa, suave como una larga caricia, embriagadora como el amor bajo el sol del mediod?a y peligrosa como la seducci?n de un bosque tropical”.A esta altura, el tango hab?a dejado la clandestinidad de sus comienzos. El pecado original – lo espurio de su cuna- hab?a sido perdonado por el Papa P?o X y el sello de calidad lo hab?an impuesto en Par?s, en los salones m?s aristocr?ticos de la ciudad Luz, ni?os bien de la categor?a de Vicente Madero, “Macoco” Alzaga Unzu? o L?pez Bouchardo. “Fue como bien dijo Ulyses Petit de Murat- el pueril orgullo nacionalista que tra?an los que hab?an asistido al triunfo del tango en Par?s, el que abri? a esa danza de las orillas las puertas de las mansiones de la avenida Alvear, de Callao, de Santa Fe, de Florida y de la quinta de los Tornquist”. Era el tango liso – con luz entre los bailarines- que alcanz? una tremenda difusi?n en salones, cabarets y despu?s en los clubes de barrio hasta convertirse en la danza m?s popular hasta muy entrada la d?cada de los a?os cincuenta.

? El tango es cosa de hombresLa hip?tesis de que la coreograf?a tanguera naci? como burla al candombe negro encuentra asidero en su propia evoluci?n.Todos los testimonios coinciden en que las filigranas de un tango comenzaron a bordarse de forma individual. El compadrito, en una esquina, demostraba a sus amigos, o a la mujer que quer?a conquistar, sus habilidades para el corte y la quebrada. Es la creaci?n de un solitario que exhibe orgulloso algo que no exist?a.

Posteriormente, el tango fue bailado entre hombres solamente, aunque este hecho escandalice a Vidart, que lo niega con dureza.”Es mentira, es error, es noveler?a de intelectuales friolentos que reci?n descubren el tango y se quieren calentar la sangre con su rescoldo, decir que el tango fue bailado por hombres solos en su comienzo. El baile en parejas de hombre y mujer es un simulacro de acoplamiento en las sociedades primitivas y lo sigue siendo hoy, a pesar de todas las fiorituras interpuestas por el sal?n entre la coreograf?a y el sexo. El tango como antes la milonga, y antes todav?a la danza, se bail? siempre en pareja de macho y hembra. Cuando bailaban dos hombres juntos era para aprender pasos dif?ciles por sencillas razones pedag?gicas. Y nada m?s. Buscar otras motivaciones seria tonto, si no grotesco.Seguramente, ?ste es uno de los pocos casos en los que Vidart, que ha hecho extraordinarias aportes al estudio de la m?sica popular, se equivoca. Porque aunque parezca absurdo, en tanto danza de parejas, el tango comenz? siendo bailado entre hombres. Ya Evaristo Carriego, el primer gran poeta de los barrios populares de Buenos Aires, lo testifica, alrededor de 1906, en su poema El alma del suburbio: En la calle la buena gente derrocha sus guarangos decires m?s lisonjeros, porque al comp?s de un tango que es “La morocha ” lucen ?giles cortes dos orilleros.Carriego no describe a un hombre y a una mujer bailando, sino a dos hombres. Las pruebas testimoniales y fotogr?ficas de compadritos bailando son numerosas. Le?n Benar?s fundamenta esta realidad en el machismo imperante en los suburbios y en toda la sociedad de aquella ?poca. “Absurdamente -escribe- es una pareja de varones la primera que se aviene a bailar el tango, en alguna esquina. El tango parec?a solamente ” Cosa de hombres”. Indignar?a atribuir al acto el m?s m?nimo contenido homosexual. Se trata de una demostraci?n de habilidad, de un lucimiento. Aun despu?s, cuando el tango conquiste a la mujer para la danza, ‘ella’ no ser? el ingrediente fundamental, el objetivo ?ltimo, sino la danza en s?, la ostentaci?n de saber bailar, el respeto casi lit?rgico por aquello que se va haciendo, sin otra intenci?n, sin lubricidad alguna. S?lo cuando el tango se ‘nocturniza’, cuando se hace materia de cabaret, se convierte, a veces, en pretexto para la ulterioridad amorosa.Pero el verdadero criollo, el argentino, es pudoroso de su intimidad. Rechaza ?l ostentoso manoseo p?blico, por respeto a s? mismo y a su compa?era.”

Benar?s insiste en el tema y aporta otros testimonios. Algunos de sus argumentos son de mucho peso. Por ejemplo, cuando afirma que la demostraci?n de dos hombres bailando es as?ptica, insospechable de segundas intenciones, porque “el tercer sexo apenas podr?a sobrevivir en un ambiente de crudo machismo como el de entonces. Aun cuando la mujer acepta el tango y se incorpora a su culto, las primeras bailarinas ser?an las chinas cuarteleras y las pupilas de los burdeles, el narcisismo del compadrito atender? m?s al tango en s? que a su compa?era de ocasi?n. Ni siquiera la importar? demasiado que sea bonita, sino que baile bien, que lo acompa?e en la demostraci?n con inteligencia y acierto”.El autor cita adem?s a C?sar Viale, quien en Estampas de mi tiempo confirma lo anterior: “El tango no hab?a llegado a?n al centro, andaba por los arrabales; cuando m?s se bailaba entre hombres en las veredas, frente a los conventillos, al comp?s de los organitos con ruedas conducidos por sus propietarios, napolitanos y calabreses de melena renegrida y lustrosa”.Otro notable investigador, Horacio Ferrer, es de la misma opini?n, aunque le agrega un matiz. “Algunos cronistas -afirma- sostienen que en estos comienzos el Tango es bailado entre hombres. Debemos decir mejor que tambi?n se baila entre hombres, porque siempre, hasta hoy, ha sido bailado por parejas de varones, pero en casi todos los casos como entrenamiento para luego bailarlo con mujeres. Tambi?n en la posterior ?poca de los cabarets, mientras esperan a los clientes, las mujeres bailaran entre s?.”

? Los primeros bailarinesSi la coreograf?a tanguera evolucion? paralelamente a la m?sica y sus figuras se nutrieron de las mismas fuentes, los g?neros importados y los criollos, es justo ubicar a los primeros bailarines entre los creadores del tango. Obviamente, los primeros-primeros no dejaron registros de sus nombres cuando hac?an burla a los bailes de los negros en las puertas de un candombe o cuando innovaban en las figuras de una habanera o de un tango andaluz.Pero la tradici?n oral y algunas cr?nicas recuerdan nombres que se hicieron famosos con sus corridas, cortes y quebradas: el Flaco Sa?l, Mariano Cao, el payador y gran cantor de fin y comienzo de siglos Arturo de Navas y Juan Filiberto, padre de Juan de Dios Filiberto el autor del famoso Caminito. S?lo de estos dos ?ltimos hay noticias algo m?s confiables que la mera leyenda. Filiberto, alias “Mascarilla”, era de profesi?n alba?il aunque regent? hacia fines de siglo dos casas de baile: el Bailet?n del Palomar, cercano a la esquina de Su?rez y Necochea, y otra en Brandzen y Villafa?e.Su hijo Juan de Dios lo describi? como una persona “alegre, un poco despreocupado de todas las cosas, pero simple y bueno, ten?a la risa f?cil y el humorismo brillaba en sus ojos y se escapaba de su boca casi sin que pudiera evitarlo. Cantaba con una voz agradable de tenor y me gustaba escucharlo. Bailar?n por naturaleza, de los mejores bailarines de tango boquense; su fama estaba bien reconocida”.A su vez, las condiciones de De Navas como bailar?n quedaron documentadas en 1903 en fotos publicadas en Caras y Caretas. Apenas se sabe de ?l que naci? en la ciudad uruguaya de Paysand? alrededor de 1876, y que muri? en Buenos Aires en 1932.? Inicio de la mujer en el baileLa mujer se pleg? a la danza inmediatamente en las piezas cuarteleras, los burdeles, los peringundines y las academias. Pero no seria hasta alrededor de 1904 cuando las damas de los barrios populares se atrevieron a bailarlo.Entre las primeras, a pesar de gozar de gran fama en el arrabal porte?o, la tradici?n oral y alguna perdida cr?nica apenas han dejado nombres o sobrenombres: la Parda Refucilo, Pepa la Chata, Lola la Petiza, la Mondonguito, Mar?a la Vasca, la China Venicia, Mar?a la Tero, Carmen Gomez, la Parda Flora y la famos?sima rubia Mireya, que actu? en locales de muchos barrios porte?os. Mireya, tambi?n conocida como la Oriental porque naci? en Uruguay, inspir? dos tangos: Tiempos viejos, de Manuel Romero y Francisco Canaro, y La rubia Mireya, de Augusto Gentile.Pero el tango como danza no quedaba limitado a los bajos fondos o a sus ambientes cercanos. Se extender? a los barrios proletarios y seria la alegr?a de bodas, cumplea?os y fiestas de todo tipo.

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